Cada quien encuentra su forma de reir,
y va gozando así su rumbo,
yo encontré la mía al dejarme llevar,
y aprendí a sonreírle a el mundo.
Esta vez, me deje invitar a bailar,
por más pies inquietos que me querían guiar.
Llegamos hasta las cataratas del Niágara.
Pues el mundo tiene tantas maravillas,
cómo sepamos apreciarlas.
Tan simple es reir como bailar.
Tan sencillo es bailar,
como sentir al río marcando el compás,
tan sutil es le compás,
como la niebla que produce la caída fuerte del agua,
tan suave es el agua,
como acercarse en barco a ver en primera fila las cataratas,
tan libres son las cataratas,
como las gaviotas que vuelan al nivel del mar,
tan lleno de vida es el mar,
como las gotas frías que se estrellan en las mejillas,
tan inmensas son las mejillas,
como las infinitas sonrisas,
que de las caras, no quieren desembarcar.
Aprendimos a tocar el cielo desde el suelo,
entendimos que el frío se va, si se sabe bailar,
Y que 7 mentes sí se pueden conectar,
aprendimos a respirar, a cantar y dejarse llevar,
a gritar cuando viene una oleada de brisa y gotas de lluvia.
Permitimos que las pupilas se enviciaran con el bailar de las olas,
subimos hasta que la tierra nos lo permitió
y bajamos hasta que los pies se llenaron de lodo.
Encontramos que el tamaño de las cataratas,
es tan inmenso que no cabe en una foto,
que la brisa que corre es tan fuerte que abre mentes y pulmones,
que no importa que ropa lleves,
al final todos nos vestimos con capas de héroes,
que no hay que pensar demasiado,
lo importante es vivir,
mientras nos aprendemos a reír.
Y tú ¿que paso nos vas a enseñar?
